4-13 de abril 2020
La Semana Santa empieza con relajación, hacemos torrijas y nos preparamos para unas vacaciones un poco peculiares. Durante toda la semana me veo todas las películas, casi, de tres discos duros diferentes. Creo que tanta torrija y tanto dulce hechos para matar el tiempo, hacen que engorde. Lo intento solucionar con las 360 abdominales diarias que tenía establecidas de rutina. Descubro, no sin cierta sorpresa, que el cuerpo me pide más ejercicio y que pese a todos mis esfuerzos por perder peso y a los de mis abdominales por no dejar el estómago ensancharse, las torrijas ganan la pelea. Una dura realidad para toda España me temo. El primer día que salgo a pasear a mi perra, pienso "daré una vuelta por sitios nuevos ahora que no hay nadie y hago un poco deporte" y acabo haciendo seis kilómetros casi sin darme cuenta. Paro porque mis padres me llaman y vuelvo a descubrir, que mi cuerpo pide más, mis piernas ni siquiera han notado el paseo y mi perra lloriquea porque también ella quiera andar más. La semana es extraña porque la tomo más como Navidad que como Semana Santa, se me hace muy extraño no ir a tocar. Por otro lado, mi espalda, mis pies y mis rodillas sienten alivio por no tener que estar 5 y 10 horas de pie cargando el instrumento. En resumen, extraño pero relajante
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